El trabajo más peligroso, los puntos de droga



Este es un tremendo reportaje sobre lo que hacen a diario los policías que trabajan directamente con los puntos de drogas y el riesgo al que se exponen a diario al intervenir en áreas de alta incidencia criminal.

Sacado de el Nuevo dia

Por Miguel Díaz Román

Al filo de las nueve de la noche la lluvia había cesado y hacía frío. El sargento Héctor Vélez Rodríguez ya tenía decidido el plan de acción para esa noche y se disponía a anunciarlo al comando nocturno de la División de Operaciones Especiales (DOE), quienes se desplazaban enérgicos y parlanchines por el estrecho patio del cuartel, ubicado cerca de la estación del Tren Urbano de Cupey en Río Piedras.

Cada comando consta de 14 agentes y dos sargentos. El cuartel de la DOE, que quedó marginado de la avenida principal por la construcción del tren, se ha hecho pequeño para los miembros del comando nocturno, quienes prefieren esperar en la intemperie por las instrucciones del sargento.

La atmósfera está impregnada de camaradería. Y de adrenalina, que ayuda a calmar la ansiedad que produce saber que cada noche es una oportunidad para encontrar la muerte.

Abrigados con uniformes negros, chalecos antibalas y armados con equipo de asalto, esta división élite se prepara para adentrarse en las entrañas del crimen.

La mayoría son jóvenes de cuerpos fornidos y atléticos cuya edad promedio ronda los 30 años.

“Somos una unidad especializada y hacemos el trabajo más peligroso de la Policía. El trabajo de más alto riesgo. Le hacemos frente a los narcotraficantes en sus puntos de drogas, bregamos con armas ilegales, con situaciones de rehenes y les damos respaldo a las demás divisiones. Nuestros muchachos están entrenados para todas estas situaciones”, dice con tranquilidad el sargento Vélez Rodríguez, quien dirige la unidad.

Junto a él trabaja el sargento Luis Torres, quien en el 2006 efectuó el arresto del temido narcotraficante Alex Trujillo en el residencial Covadonga en Trujillo Alto.

“En los residenciales le tienen cierto respeto a la DOE. Saben que no comemos cuento, que no vamos a tomar querellas. Nuestro trabajo es impactar las áreas de alta incidencia criminal”, aclara Torres.

9:23 - Vélez Rodríguez advierte que la tarea de esta noche encara tropiezos porque la lluvia provoca cambios en las estrategias de operación en los puntos de drogas.

“Cuando llueve, en los puntos aumenta la vigilancia y los vendedores cargan con la droga. No la dejan escondida para evitar que la dañen la lluvia y la humedad. Eso requiere que trabajemos con más rapidez”, señala el sargento.

Recuerda que cada intervención conlleva riesgos, incluido el peligro real de morir. La experiencia más traumática que ha vivido como policía ocurrió varios años atrás en el residencial Monte Hatillo de Río Piedras, donde murió asesinado un compañero policía.

“Ver a un compañero muerto es algo impresionante. Nos disparaban y nos tiraban con piedras y botellas de todos lados. Había tipos enmascarados con bates y palos de golf. La gente de los residenciales no nos quieren. Allí es que están los puntos de drogas y les hacemos frente. Somos como una espina encima de ellos”.

9:30 - El sargento revela que esta noche incursionarán en los residenciales Vista Hermosa y Villa España en Puerto Nuevo. Este último representa un reto para la DOE, porque allí se experimenta con una nueva modalidad en la venta de drogas.

“Cierran la escalera que da acceso al segundo y tercer piso de un edificio con una ‘tola’, que es una puerta de metal, rellena de concreto. El marco de la tola también es de concreto y está forrado de metal y cogido a la pared con tornillos. Esa tola hace del edificio una fortaleza a la que no se puede entrar”, dice Vélez Rodríguez.

La droga se vende a través de una pequeña ranura en la tola por la que apenas caben los dedos de la mano.

“Nunca ves la cara del vendedor. Y los que viven en los otros apartamentos tienen que regirse por las normas del punto. Mientras el punto esté operando la tola no se abre y nadie puede salir ni entrar al edificio. Yo no sé cómo el Departamento de la Vivienda permite esto. La tola que veremos esta noche es la más fuerte y la más cotizada”, dijo con evidente molestia el sargento Vélez Rodríguez.

9:40 - Los sargentos Vélez Rodríguez y Torres se reúnen con los 14 agentes. Al cabo de un rato comienzan a subir en los vehículos junto con sus pistolas automáticas, rifles M-16 y municiones. En el armamento también figura una escopeta para lanzar granadas de gases lacrimógenos.

“Es para enfrentar motines. A veces se forman motines cuando arrestamos al bichote (el dueño del punto). Les tiramos los gases y todo el mundo a llorar”, dijo el sargento Torres.

El grupo se desplazará en una caravana de cinco vehículos y nosotros iremos en la avanzada.

9:55 - Subimos a la patrulla que nos asignaron, una guagua Trail Blazer marca Chevrolet del 2008. El vehículo, que está equipado con una cámara de vídeo, es conducido por el agente Giovanni Crespo y a su lado el oficial Luis Daniel Torres, quien carga un fusil M-4 de asalto, que tiene 11 pulgadas de largo.

“Esta arma es para usarla en áreas confinadas”, aclara Torres.

9:58 - Las patrullas se detienen en una gasolinera para abastecerse de combustible. Los agentes se bajan rápidamente como si sus cuerpos les reclamarán actividad.

El agente Torres se siente obligado a explicar los lazos de amistad que lo unen a los integrantes del comando nocturno.

“El vínculo en la DOE es distinto a las demás divisiones. Aquí la peligrosidad requiere que yo vele tu espalda y tu veles la mía. Todos nos llevamos bien. Yo los trato como mis hermanos para llevarme el mejor recuerdo de ellos. Nunca sabemos cuándo vamos a perder uno”, dice Torres mientras permanece sentado en la parte delantera de la guagua y sujetando con firmeza el fusil.

10:15 - La caravana de patrullas sale de la gasolinera a toda velocidad, con las luces azules apagadas, mientras la tensión comienza a dejarse sentir. Del equipo de comunicación que portan los agentes se escuchan las instrucciones del sargento Vélez:

“Alfa 1 a Alfa 2. Vamos primero al residencial Vista Hermosa. Estamos tarde, estamos tarde, aceleren el paso”.

En las inmediaciones de las oficinas centrales del Fondo del Seguro del Estado en Río Piedras la caravana se divide y la mayoría de las patrullas se dispone a entrar al residencial por el lado este, que colinda con la planta Suiza Dairy.

El agente Crespo le responde al sargento Vélez: “Alfa 2 a Alfa 1. Nosotros vamos por el lado oeste”. A toda velocidad la patrulla toma un atrecho por el barrio Monacillos, que aquella hora de la noche es transitado por maltrechas prostitutas y adictos que deambulan como esperpentos de un universo olvidado.

El agente Crespo menciona que para comunicarse entre sí los narcos de Vista Hermosa poseen un sistema de vigilancia que utiliza radios transmisores de frecuencia UHF, que adquieren por menos de $30 en el comercio. Crespo muestra un radio transmisor de la misma frecuencia con el que espera interceptar sus mensajes.

Nos acercamos velozmente al residencial.

El agente Torres rompe el hielo: “Me gusta este trabajo. Me pueden pagar más en otro lugar, pero yo no cambio este trabajo por nada”, dijo el policía sin despegar la mirada del cristal delantero de la guagua.

10:19 - La patrulla irrumpe en el residencial y se adentra por la calle vertiginosamente mientras escuchamos voces que gritan “¡agua, agua, agua!”, que es la señal de alarma de los vigilantes de los narcos ante la llegada de la Policía.

Las decenas de adolescentes y adultos que copan las angostas aceras no pierden la calma por la presencia policíaca y continúan con sus conversaciones como si nada hubiera ocurrido.

El agente Crespo se lleva a la oreja el radio transmisor y advierte: ¡Ya saben que estamos aquí! Al cabo de unos segundos exclama a viva voz: “¡Míralo allí, míralo allí! Tiene la bolsa de droga en la mano”, indica el agente al señalar a un joven delgado que carga una bolsa de plástico y que está parado en medio del predio de terreno que separa a los edificios del residencial.

10:20 - La patrulla se detiene en un costado de la calle frente al edificio 44. Los agentes salen corriendo en dirección al joven, quien huye por entre los edificios.

A lo lejos, en dirección al este, vemos las otras patrullas penetrando el residencial. Los transeúntes observan de reojo, pero nadie se acerca a la patrulla que permanece con sus puertas abiertas.

10:23 - El agente Torres regresa y confiesa que no pudieron atrapar al joven. Nos invita a caminar hacia el lado este porque allí los agentes realizan un arresto.

La gente nos observa en silencio. Sólo se escucha el vocinglero de algunos niños que juegan en un apartamento cercano y la melodía pegajosa de un comercial televisivo. Alguien saluda al agente Torres.

“Siempre hay gente que nos quiere porque entienden lo que hacemos. Pero es la minoría”, dice Torres mientras salta sobre un charco de agua en la calle.

10:24 - Llegamos a un predio donde los agentes tienen de rodillas y esposado a un joven delgado y de pelo corto, que presuntamente es vendedor de drogas.

La mayoría de los agentes de la DOE están desplegados por el área como parte de un cordón de protección a los compañeros que realizan el arresto. El sargento Vélez observa con atención la operación porque, dijo, en un momento hubo suficiente gente en el área como “para formar un motín”.

El agente Torres toma posición de vigilancia en la esquina de un edificio, mientras otro agente observa con un M-16 la parte alta de los edificios. Un agente cuenta el dinero producto de la intervención.

“Son $319”, le dice el agente, quien luego deposita el dinero en el bolsillo trasero del pantalón del joven arrestado.

“¡Se están repartiendo el dinero! ¡Esto es un abuso!”, grita una mujer adulta que pide hablar con la prensa y que luce incoherente.

“Eso es lo que dicen siempre que arrestamos a alguien”, comenta resignado el sargento Vélez.

De pronto el joven arrestado, que se había incorporado, comienza a vomitar y cae de rodillas nuevamente al suelo.

“Botó una chocolatina. Es lo único que ha comido hoy”, gritó un agente.

10:42 - Los agentes de la DOE se dirigen a un predio del residencial que colinda con la vía del tren urbano, donde operaba el punto que administraba el detenido, porque existe la certeza de que el joven tiró la droga antes de huir y ser arrestado más adelante.

El punto está ubicado en un reducto oscuro y húmedo junto a la parte posterior de los edificios. En medio de la oscuridad hay un pinchero que no ha podido vender su mercancía y que aguarda pacientemente por la partida de la DOE para que se reanude la venta.

Los agentes que han saltado la verja que separa la vía del tren del residencial encuentran varias bolsas de plástico con drogas en su interior, que pudo haber lanzado el joven arrestado. En cada bolsa hay numerosos paquetitos de marihuana de diversos tamaños. “Esta es la crispi, la marihuana más fuerte. Se cultiva en hidropónicos y se vende entre $30 y $50 la bolsita”, dijo el sargento Vélez mostrando un paquetito.

Añade que la droga más protegida por los narcos es la heroína, porque es la más costosa y la más lucrativa. Luego le siguen la cocaína y el crack.

El sargento Torres ilumina el suelo con una pequeña linterna y muestra decenas de bolsas de plástico vacías. “Eso que ves es la venta de hoy. Son miles de dólares”.

10:54 - Salimos de Vista Hermosa. Esta vez la caravana se ha reducido a cuatro vehículos. El quinto auto está tramitando el arresto del joven en el cuartel de la DOE.

“Alfa 1 a Alfa 5. Vamos a Villa España”, se escucha decir al sargento Vélez.

11:05 - La caravana se divide. Penetramos el residencial Villa España. Hay poca gente en las calles y los edificios están separados por amplios predios de grama.

Dos patrullas se detienen frente al edificio 34, de tres plantas, que fue rehabilitado hace poco tiempo. Dos apartamentos del primer piso y uno del tercer piso están habitados.

Los agentes se bajan rápidamente. El sargento Vélez nos muestra lo que para la DOE se ha convertido en una obsesión: la tola. Un armazón de acero y concreto que convierte el edificio 34 en un “bunker” al servicio de los narcos.

El agente Rafael Rodríguez señala que para impedir el acceso de la Policía al edificio los narcos han forrado con rejas de metal las ventanas y los balcones de los apartamentos de los primeros dos pisos.

La DOE ha neutralizado en Villa España varios puntos de drogas que utilizaban como resguardo una modalidad de tola de metal más liviana, que ubicaban en el primer piso de los edificios.

“En este mismo edificio había una y mientras los bomberos y nosotros intentábamos derribarla, los narcos se ocultaron en un apartamento vacío del tercer piso y desaparecieron la prueba, quemaron toda la droga y el dinero en una palangana de metal”, dijo Rodríguez.

11:12 - El sargento Vélez anuncia que al otro lado del residencial los agentes de la DOE arrestaron a dos jóvenes y se incautaron de un vehículo donde se encontró marihuana.

“Los sacamos rápido del residencial porque uno de ellos es sobrino del bichote de Villa España”, dijo el sargento.

11:14 - Los eventos acontecen aceleradamente. Varios agentes detectan que hay una persona en un apartamento inhabitado que se utiliza como almacén de droga. Inspeccionan el apartamento e interrogan al hombre. Falsa alarma.

“Es un deambulante”, murmura un agente.

11:17 - De pronto varios agentes llegan corriendo y le indican al sargento que alguien escapó por la ventana del apartamento deshabitado del tercer piso del edificio 34. En la huida se le cayó su teléfono celular y algunas bolsas de droga.

También sospechan que aún permanezca allí un narco vinculado con la venta de droga a través de la tola.

El contingente de agentes se reúne en la parte posterior del edificio 34 y observan la ventana rota por la que presuntamente escapó el hombre. La situación es frustrante porque la tola, las rejas y la altura les impiden tener acceso al interior del edificio.

11:20 - El sargento Vélez está decidido a imponerse y pide por radio la cooperación de los bomberos y de una división de rescate para derribar la tola y subir al tercer piso.

La espera se hace interminable. Algunos agentes aprovechan el periodo de inacción para bromear. A otros se les nota meditabundos.

11:51 - Llega el camión de bomberos. Junto al edificio se despliegan las escaleras y los agentes Torres y Crespo logran acceso al apartamento deshabitado del tercer piso y avisan que no hay nadie en su interior. Crespo descubre que por el tubo del inodoro se introdujo una gran cantidad de cápsulas de crack y trata de recuperarlas.

12:14 - Los agentes abren la tola desde adentro y el contingente restante de miembros de la DOE sube al edificio. La Policía entra al segundo apartamento del tercer piso donde reside una joven mujer con sus dos hijos. No hay muebles. Sólo las camas para dormir, una nevera y una estufa.

“Yo no sé nada y no me interesa saber nada”, dice la joven, quien sólo viste pantis color violeta y una camisilla transparente.

El agente Torres inspecciona el apartamento y concluye que todo está en orden y que los niños están bien cuidados. Algunos de los miembros de la DOE sospechan que la joven es parte del punto de drogas pero no les interesa hablar con ella.

12:25 - Los bomberos comienzan el proceso de desmontar la tola con una cortadora de metal portátil.

12:30 - Llega el camión de rescate con el equipo de acetileno para derribar la puerta. Los bomberos activan la escalera hidráulica del camión y revisan el techo del edificio en busca de drogas o un narco escondido.

12:50 - La tarea de desmonte resulta difícil. En la espera, los agentes discuten las dificultades que enfrentan en los tribunales para convencer a los fiscales de sus arrestos por drogas.

“Los casos se caen por culpa de los fiscales y por los tecnicismos que radican los abogados de los narcotraficantes”, exclama un agente que prefiere permanecer en el anonimato.

También expresan las penurias que sufren al tener que trabajar largas horas de tiempo adicional que la Policía les paga con hasta un año de atraso.

1:10 - Finalmente y para regocijo de los agentes de la DOE la tola es desmontada. Ahora la tarea difícil será sacarla del edificio debido a su peso excesivo. Llega un camión grúa de la Policía que se usará para extraer la tola y llevarla al cuartel de la DOE.

“Ese será mi trofeo”, dice satisfecho el sargento Vélez.

Los vecinos han salido de sus viviendas para contemplar la operación, que se convierte en motivo de cháchara y vacilón.

2:14 - Los bomberos y los operarios de la grúa logran subir la tola al camión. El sargento Vélez da la orden de regresar al cuartel. Los vehículos son escoltados por los agentes que portan armas largas, quienes caminan apuntando a los balcones y las ventanas.

2:28 - Llegamos al cuartel de la DOE. Los agentes comienzan un tedioso proceso de contabilizar la droga y el dinero incautado y llenar informes.

2:50 - Uno de los jóvenes arrestados reclama inocencia desde la celda del cuartel y asegura que sólo tenía dinero en sus bolsillos.

3:10 - El saldo de la noche es satisfactorio para los agentes de la DOE: tres arrestos, un auto incautado, 1 libra de marihuana, 171 bolsitas de marihuana, 140 cápsulas de cocaína, 74 cápsulas de crack y $1,212.

3:28 - El agente Torres señala que los puntos de drogas recién intervenidos ya deberían estar funcionando mañana como si nada hubiera ocurrido.

“¿No significa eso que su trabajo no tiene sentido?”, le preguntamos.

“Eso es parte de la guerra contra las drogas”, responde el sargento Torres.

“Nuestro trabajo no se pierde. No podemos dejar que los narcotraficantes se queden con las calles”, acotó el sargento Vélez.

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